Nada engaña más que nuestra propia mente... nada piensa mejor que nuestro corazón.
Este es un poema en continuación al post anterior:
Abrigado en mi cama yo estaba;
cubriéndome del frío
y ocultándome de lo que me
toca para mañana.
Y mirando al vacío, comencé a pensar.
¿Qué hago despierto en medio de la oscuridad?
Y noté que mi cama
se transformaba en un portal dimensional.
Noté que en mi cama
me sumergía en un universo distinto,
pero no distante.
Una dimensión sin ley ni razón.
Ese universo abstracto y pequeño
era el reino de mis pensamientos.
Y como un dejavù,
sentí un ligero rose en mi cuerpo.
Era la libertad que con sigilo me llevaba a imaginar.
Despojado de mis sábanas
y de la comodidad de mi cama, me vi flotando
en una dimensión oscura y extensa.
Varado quedé en las tranquilas aguas vírgenes de mi mente.
En un pequeño naufragio imaginario reposé.
Recordé que donde estaba,
ya había estado.
Ese pequeño agujero negro se me era familiar.
Ese espacio distante y cercano
era donde me quedaba a soñar.
Mi cama.
Ahora sabía que hacía en mi cama.
El calor de mis sábanas,
y lo suave de mis almohadas,
no eran más que la entrada
que me succionaba al gastado mundo que frecuentaba.
Ayer, anteayer, el que pasó, el que le siguió,
yo visitaba aquel lugar.
Era libre, era el rey.
Era el príncipe, y el que le lavaba los píes.
Era el esclavo, era el panadero.
Era herrero y el zapatero.
Era todo, era yo.
Era mi mundo, era mi sueño.
Aferrado a mi reino, pasaba hora despierto.
Soñaba sin pestañear. Andaba sin caminar.
Impresionante como puedes hacer de algo tan simple una obra de arte ¡felicidades!
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