Empeñada sea la vida, pues, tenemos que vivirla. Que lo diga un zapatero, día tras día arreglando zapatos. Esa es su vida: que las personas caminen con comodidad. Por más que brille el sol aun no logramos ver bien. Por más poca luz nos de la luna no debemos culparla de nuestra ceguera. Ácidos han sido muchos días. Otros dulces tal vez. Al fin y al cabo, nuestros deseos también. Se dice que importa lo de adentro; no tenemos culpa que eso también sea feo. Avivé esperanzas. ¡Qué mentira! Nunca murieron. Precoces han sido nuestras elecciones. Algunos sueñan con sapos en príncipes. Otros con princesas de billetes. Esa es la cuestión: sueñan en los demás. Abarratada voluntad la poca que sobrevive clandestina en la vida. Faro yo deseo ser. Para ser luz y que todos me busquen. No sueño, me apresuro a los hechos. Decir "buenos días" por cortecía. Despedirte aunque no creas en los "hasta luego". Hablar en silencio: nadie te escucha, nadie te