Nada engaña más que nuestra propia mente... nada piensa mejor que nuestro corazón.
Ver matemáticas con letras me marea.
Nada de lo que dice tiene sentido para mí; todo es tan complicado.
Hablo de despeje, física. Todo un enredo, desastre, un torbellino de letras y signos que me deja aturdido y sin aliento ni respiro.
La primera vez, yo me preguntaba: "¿De qué me servirá eso en el futuro?", y resulta que de mucho, en especial a mi, a quien ya ni soporto ver el abecedario, y seguir feliz. A mí, que mi sueño es convertirme en arquitecto. Descubro que este garabateo de letras y signos por doquier, será lo con lo que me mantenga al crecer. ¿Y qué haré? Aprender, eso haré, obligado, pero lo haré.
En mi aliento se siente la frustración desmedida de mi cabeza, en cada gota de mi sudor se nota el temor. Mis dedos tiemblan sin control, no obedecen a lo que dicta mi cerebro, plasmando lineas y puntos sin noción de mi razón. Pero aun así, tuve que enfrentar lo peor. Lidiar con ese desorden, dejar mis emociones a un lado, y buscar mi 20 sin importar que. ¡Despeje! ¡Despeje! Sólo sabía que mi cabeza sería la que despegaría sin rumbo a un lugar sin disturbios; pero, con todas mis fuerzas, aprendí el uso de estas letras, confundidas con números. Sumadas y restadas, como que si tuvieran valor alguno. Multiplicadas y divididas, sin lógica alguna. Aun así, lo logré. Pero no del todo bien; llegó el día del examen, y un error me alejó de ese anhelado 20 que esperaba tener.
Pero sé que me esforcé. ¡Yo soy inteligente, ¿ok?!
Nada de lo que dice tiene sentido para mí; todo es tan complicado.
Hablo de despeje, física. Todo un enredo, desastre, un torbellino de letras y signos que me deja aturdido y sin aliento ni respiro.
La primera vez, yo me preguntaba: "¿De qué me servirá eso en el futuro?", y resulta que de mucho, en especial a mi, a quien ya ni soporto ver el abecedario, y seguir feliz. A mí, que mi sueño es convertirme en arquitecto. Descubro que este garabateo de letras y signos por doquier, será lo con lo que me mantenga al crecer. ¿Y qué haré? Aprender, eso haré, obligado, pero lo haré.
En mi aliento se siente la frustración desmedida de mi cabeza, en cada gota de mi sudor se nota el temor. Mis dedos tiemblan sin control, no obedecen a lo que dicta mi cerebro, plasmando lineas y puntos sin noción de mi razón. Pero aun así, tuve que enfrentar lo peor. Lidiar con ese desorden, dejar mis emociones a un lado, y buscar mi 20 sin importar que. ¡Despeje! ¡Despeje! Sólo sabía que mi cabeza sería la que despegaría sin rumbo a un lugar sin disturbios; pero, con todas mis fuerzas, aprendí el uso de estas letras, confundidas con números. Sumadas y restadas, como que si tuvieran valor alguno. Multiplicadas y divididas, sin lógica alguna. Aun así, lo logré. Pero no del todo bien; llegó el día del examen, y un error me alejó de ese anhelado 20 que esperaba tener.
Pero sé que me esforcé. ¡Yo soy inteligente, ¿ok?!
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